El pasado fin de semana conocí una de las ciudades más famosas del siglo XX. Por ella han transcurrido guerras, injusticias y miserias. Sin embargo, hoy en día es uno de los motores del continente.
Conocida por unos como la ciudad del muro, Berlín, es uno de los estandares de la moda europea y una capital financiera plagada de historia.
Todo comenzó, por no haberme ido de vacaciones este verano. Tras pasarlo entero trabajando en el caluroso Madrid, decidí visitar un nuevo país. Un vuelo y un par de trenes bastaron para llegar a mi alojamiento durante el puente de la hispanidad. ¡Qué mejor manera que celebrarlo en alemán!
Lo primero que me encontré nada más llegar fue la East Side Gallery, la única parte de muro que queda en pie. La primera reflexión no tardó en llegar, ¿cómo una ciudad pudo estar dividida durante más de 28 años?. Un muro que recuerda el sufrimiento de numerosas familias con graffitis de distintos artistas de todo el mundo.
Un amante del arte urbano como yo, tiene que denunciar la situación en la que se encuentra este símbolo de la capital alemana. En la actualidad, esta galería reivindicativa no se encuentra muy cuidada.
Ante todo, quiero dejar claro que estoy hablando de los graffitis que hay en el muro, no del muro en sí. En 1989 se ideó un muro con graffitis que representasen todo lo que había ocurrido allí durante ese tiempo. Estos graffitis no han sido respetados ya que te encuentras garabatos, firmas u otros graffitis encima de gente que ha ido a visitar el muro. Señores cuando unos lienzos son conocidos en el mundo entero se respetan, ¿porqué no hacemos los mismo con el arte urbano? A caso, ¿los graffitis no son obras de arte?
Continué andando con un objetivo a la vista, la Alexanderplatz, una plaza que curiosamente tiene mi nombre. Esta plaza es considerada el punto de encuentro de los berlineses, por eso cuando llegué estaban celebrando el Oktoberfest. No tiene nada que ver con Mi pequeño Oktoberfest.
Allí pudimos probar la comida típica alemana, unas salchipapas a la alemana: Currywurst y patatas fritas con paprika, y un bocadillo de Regensburger Wurst, llamada así porque es originaria de la ciudad alemana Regensburg.
Mis aventuras en Berlín dan para varios posts. Sólo os puedo decir que Continuará...
Allí pudimos probar la comida típica alemana, unas salchipapas a la alemana: Currywurst y patatas fritas con paprika, y un bocadillo de Regensburger Wurst, llamada así porque es originaria de la ciudad alemana Regensburg.
Mis aventuras en Berlín dan para varios posts. Sólo os puedo decir que Continuará...
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