Tras semanas preparándolo el pasado fin de semana por fin nos fuimos a Arévalo. Esta pequeña ciudad situada en la provincia de Ávila, se considera uno de los centros neurálgicos de Castilla y León.
Comenzamos el roadtrip en la capital española para dirigirnos hacia el norte. La sierra de Guadarrama, los primeros pueblos de Segovia y la niebla de Ávila marcaron el viaje de principio a fin.
Llegamos a Arévalo y allí nos estaba esperando nuestra amiga y anfitriona Estela. Dejamos las pocas cosas que llevabamos y nos dispusimos a andar por la ciudad dónde vivió Isabel La Católica.
Estrenamos el recién abierto Paseo fluvial a la orilla de los ríos Arevalillo y Adaja. Aunque estaba nuevo, nos pusimos de barro hasta arriba. ¡Cosas de ir por la naturaleza, supongo!
Por fin llegamos al Castillo de Arévalo, dónde vivió una larga temporada la Reina Católica, Isabel de Castilla en el siglo XV.
Recorrimos las calles de la ciudad castellana y aterrizamos en la famosa estatua del Cochinillo de Isabel La Católica que presidía una de las entradas a la ciudad.
Después de tanto paseo, nos fuimos a degustar el Tostón de Arévalo que compite con el de Segovia como uno de los mejores de España. El Cochinillo se suele tomar con la típica Sopa castellana, pero para poder con todo hay que tener un buen estómago.
El lugar más conocido de la ciudad abulense es El Tostón de Oro, dónde nosotros lo probamos. ;)
Pasamos la tarde y la noche allí, disfrutando de la buena compañía y el buen tiempo. Llegó el domingo y nos tuvimos que volver a Madrid. Un día soleado que jamás olvidaremos, como colofón de un fin de semana de gocheo.
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