El pasado mes de agosto aterricé en la capital lusa con un propósito, despejarme de mi día a día en Madrid. Lisboa es una de la capitales más importantes del mundo, siendo el nexo de unión entre Brasil, Europa y Asia.
Llegué a Lisboa en autobús recorriendo uno de los puentes más largos del mundo, el Vasco de Gama, que recorre 17 km de la desembocadura del Tajo. Desde él, puedes contemplar la entrada a la cuidad por mar hasta lo más alto de sus colinas. Sin duda, una de las mejores vistas para comenzar el viaje.
Nuestro primer día era todo un reto. Queríamos llegar a la Torre de Belém andando desde la Plaza del Marqués de Pombal. A priori, se tarda una hora y 40 minutos en llegar, sin embargo, tardamos más de 5 horas en alcanzar nuestro destino. ¡Tiene una explicación!
Lisboa no es una ciudad plana, está llena de cuestas y colinas por todos lados, y lo que parece que está cerca a lo mejor está a 6 metros de altura en la calle paralela. Además, hay que añadirle que cada rincón de la ciudad esconde algo increíble: graffitis, parques, o simplemente, azulejos.
Parlamento Portugués |
Primero visitamos Bairro Alto y el Parlamento Portugués y poco a poco descendimos a las orillas para comer en LX Factory. Una antigua fábrica que se ha convertido en uno de los puntos más creativos de la ciudad, baja la atenta mirada del Puente del 25 de abril.
Hicimos una parada técnica y continuamos nuestro recorrido por el paseo marítimo. Cuando pensábamos que habíamos llegado a la famosa Torre de Belém, poco nos faltó para darnos cuenta que no era lo que buscábamos, sino el Monumento a los Descubrimientos.
LX Factory - Lisboa |
Tras 5 horas bajo el sol lisboeta, estábamos destrozados, pero daba igual, queríamos conquistar nuestro objetivo diario. Por fin, concluimos en la Torre de Belém, descubriendo que podíamos con todo eso y mucho más.
Torre de Belém - Lisboa |
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